Si pensabas que los dinosaurios ya no podían sorprendernos tras más de tres décadas de franquicia, prepárate para ajustar tu brontosaurio-interior, porque “Jurassic World Rebirth” ha llegado rugiendo a las pantallas con todo el poder de un T. rex recién despertado de la siesta.
Una misión genética con sabor a atraco jurásico
Gareth Edwards, el director que ya nos dio malas vibras kaijus con “Godzilla” y nos hizo creer en los spin-offs con “Rogue One”, mezcla ahora ciencia, acción y algo de cine de atracos en esta nueva entrega de la saga jurásica. El resultado es un cóctel explosivo e irregular que, aunque cojea en argumento, entrega lo que los fans esperan: mucha criatura prehistórica, efectos potentes y un par de sustos bien colocados.
En un mundo post-“Dominion”, donde los humanos han pasado página respecto a los dinos y el ecosistema global se tambalea por su presencia, aparece un nuevo villano corporativo: el farmacéutico Martin Krebs (Rupert Friend), que necesita ADN de dinosaurio vivo como ingrediente estrella para una cura de enfermedades cardíacas. Claro, porque cuando tu negocio está en juego… ¿quién no piensa en arriesgarlo todo por un poco de sangre de mosasaurio?
Para esta descabellada misión bio-riesgosa contrata a la agente encubierta Zora Bennett, interpretada por Scarlett Johansson —con más temple que nunca—, quien lidera un equipo compuesto por el paleontólogo Henry Loomis (Jonathan Bailey, que le da un aire romántico y apasionado tipo Alan Grant 2.0) y el capitán del barco, Duncan Kincaid (Mahershala Ali, siempre impecable). El objetivo: conseguir muestras de dinosaurios terrestres, acuáticos y voladores desde una vieja base de investigación en una isla remota.
¿Dos misiones, un sólo caos jurásico?
¿Puedes mezclar una historia de robo genético con una survival movie protagonizada por turistas atrapados? Según Edwards, sí… aunque eso signifique partir tu película en dos aventuras paralelas que luchan por compartir el protagonismo. Porque justo cuando la misión central empieza a coger ritmo, una familia varada en medio del océano por culpa de un mosasaurio gigante necesita ser rescatada, dividiendo el foco narrativo.
Este desvío tiene su costo: varios personajes se sienten de cartón piedra, casi listos para ser masticados alegremente por los predadores. De hecho, fuera de Loomis —el único con algo de carácter y amor genuino por los dinos como nosotros, los fans— el resto funciona más como carnada glorificada que protagonistas memorables.
El verdadero espectáculo: rugidos, garras y un nuevo depredador estrella
Ahora, al grano: ¿qué tal están los dinosaurios? Pues si vienes buscando dentelladas, persecuciones y momentos para gritar “¡corre!”, esta es la película que estás buscando. Aquí los animales mandan, y no se cortan ni un poco. El glorioso T. rex sigue imponiendo como el rey eterno, con una entrada estelar que comienza con una siesta perturbada (nunca molestes a un T. rex dormido, regla de oro).
Otros momentos destacables incluyen una adorable bebé Aquilops llamada Dolores (sí, lo más cute del metraje), una pareja de Titanosaurios disruptivamente romántica y los mosasaurios con sus secuaces Spinosaurios, haciendo del océano un sitio más aterrador que la peor escena de «Tiburón».
Pero el plato fuerte es el nuevo alfa-mutante: el D. rex (Distortus rex), una criatura aterradora que parece sacada de las peores pesadillas de Frankenstein. Con un diseño “si el T. rex tuviera un primo oculto con brazos extra y una frente gigante”, esta bestia es el digno heredero del Indominus Rex… solo que aún más feo y con hambre insaciable.
Una saga que se resiste a extinguirse
“Jurassic World Rebirth” tiene fallos claros, como una narrativa desigual y personajes humanos que hacen que eches de menos a Jeff Goldblum diciendo algo sarcástico. Sin embargo, la pura presencia de cada criatura colosal en pantalla nos recuerda por qué seguimos enganchados después de más de 30 años de películas. Aunque no sea una obra maestra del suspense o la emoción, ofrece el espectáculo jurásico que muchos buscan al entrar a la sala de cine un verano más.
¿Es esta película la reinvención que la franquicia necesitaba? No del todo. ¿Merece ir al cine solo por ver a un D. rex despacharse humanos mientras una banda sonora épica suena de fondo? Por supuesto.
“Jurassic World Rebirth” ya está en cines y es apta para mayores de 13 años. Además, si te apetece un maratón dino antes de lanzarte al cine, las películas anteriores están disponibles en Peacock.
En definitiva, si te emocionas con cada rugido y amas ver bichos enormes partirlo todo como si no hubiera un mañana… esta película es para ti. Y recuerda: en este parque, los verdaderos protagonistas llevan escamas, no camisetas.