Desde que George A. Romero cambió para siempre el cine de terror con su icónica La noche de los muertos vivientes, los zombis se han convertido en una amenaza favorita de los fans del horror más puro. Pero entre las hordas de películas con muertos que se niegan a quedarse en sus tumbas, hay algunas que no solo entretienen, sino que además te acojonan vivo.
¿Qué hace que un zombi dé auténtico miedo?
La clave está en ir más allá de los mordiscos y los gruñidos. Las películas de zombis más aterradoras juegan con nuestros miedos primitivos: quedar aislado, perder el control o ver cómo la sociedad que conocemos se derrumba por completo. Y cuando los infectados corren más que los protagonistas… Houston, tenemos un problema.
Así que si pensabas que ya lo habías visto todo en el subgénero zombi, prepárate para revisar tu lista de favoritas. Aquí van seis películas (sin spoilers) que te dejarán aferrado al sofá como si fuera tu última línea de defensa.
28 días después (2002)
Antes de que los zombis veloces se volvieran tendencia, Danny Boyle nos lanzó a una pesadilla postapocalíptica rodada con crudeza casi documental. El protagonista despierta solo en una Londres desierta, solo que no… porque los infectados no caminan: ¡corren como si fueran del equipo olímpico ruso! Brutal, realista y con una tensión que va subiendo como el volumen final de Stranger Things. Una joya que cuestiona si el mayor peligro está afuera o adentro de nosotros.
REC (2007)
España se apuntó un home run del horror con esta pesadilla en formato «metraje encontrado». Una reportera y su cámara quedan atrapados en un edificio infectado… y el infierno comienza. El uso del punto de vista de cámara en mano aumenta la sensación de claustrofobia, y cuando las luces se apagan, lo único que ilumina la escena es la visión nocturna. ¿Lo mejor (o peor)? Lo sobrenatural se asoma en el momento más inesperado. A lo The Blair Witch Project, pero con zombis infernales.
Train to Busan (2016)
Si alguien pensó que combinar zombis y trenes no daba para mucho, se equivocó, y mucho. Esta producción surcoreana ofrece sufrimiento emocional y acción frenética a partes iguales. Un grupo de pasajeros queda encerrado en un tren de alta velocidad que hace honor a su nombre… mientras los zombis se propagan de vagón en vagón. El ritmo es endiablado y los infectados, ágiles y despiadados. ¡Viajar nunca fue tan estresante desde que cancelaron Hogwarts Express!
Pontypool (2008)
¿Y si el arma más letal fuera… el lenguaje? Esta joya indie canadiense desarrolla su trama desde una emisora de radio en cuarentena, donde un locutor empieza a recibir informes inquietantes. Lo aterrador no es lo que ves, sino lo que escuchas y lo que imaginas. Aquí, la infección se transmite a través de ciertas palabras, lo que convierte tu idioma en un arma mortal. Inteligente y desasosegante, una mezcla de horror psicológico y filosofía lingüística que Lovecraft habría aplaudido desde el abismo.
El amanecer de los muertos (1978)
La secuela espiritual de Romero a La noche… se ambienta en un centro comercial, lo que no es casualidad. En plena crisis zombi, unos sobrevivientes intentan rearmar sus vidas entre escaparates y comida enlatada, pero los zombis no se toman vacaciones. Además de sangre y vísceras servidas por Tom Savini (el maestro de los efectos prácticos), incluye una ácida crítica al consumismo voraz. Porque a veces los muertos no están tan alejados de los vivos…
El regreso de los muertos vivientes (1985)
Con tono macarra y mucho humor negro, esta entrega rompe esquemas al introducir zombis parlantes… y lo bastante espabilados como para pedir un taxi de cerebros. Es una experiencia entre la comedia y el horror total, con unos muertos que no se detienen ni con tiros en la cabeza (¡ouch!). Entre punkis, funerarias y lluvia tóxica, esta película demuestra que a veces lo absurdo y lo terrorífico forman la mejor pareja.
¿Listo para maratón zombie?
Estas seis películas no solo ponen a prueba tu resistencia nerviosa, sino que le dan una vuelta de tuerca al subgénero zombi que te hará redescubrir por qué sigue tan vivo… irónicamente. Así que prepara palomitas, mantita antiestrés, y asegúrate de que nadie ni nada golpee tu puerta mientras miras. Ya sabes: si se mueven raro, no les abras.